La vida es más que una carrera universitaria
- Glorian Fernández
- 18 feb
- 3 Min. de lectura

El proceso de seleccionar una carrera y solicitar admisión a una universidad para muchas familias y jóvenes suele ser una decisión que genera estrés y ansiedad. Esto lo hemos visto reflejado en múltiples casos a lo largo de nuestra experiencia cuando las familias nos contactan para asistir a sus hijos y acompañarlos a que tomen una decisión informada y ponderada.
Este cúmulo de emociones suele aparecer por muchas razones, entre las que se encuentran las demandas y exigencias propias, de los familiares y la sociedad en cuanto al mundo laboral; las presiones relacionadas a la oferta y demanda; el contexto cultural y socioeconómico del país de residencia, entre otras. Una de las razones principales de la aparición de estas emociones suele ser porque no todos los jóvenes tienen claro lo que quieren estudiar o la profesión o vocación a la cual se quieren dedicar a lo largo de la vida.
Algunos -los menos- desde pequeños ya tienen claro lo que quieren “ser cuando sean grandes” (algo que se pregunta mucho desde que somos niños). Otros van cambiando de opciones a medida que van creciendo, lo cual es completamente normal en el desarrollo humano. Otros, culminan el nivel superior y aún no tienen ni la más mínima idea de qué hacer con su vida. Otros, generalmente los más jóvenes, entran a la universidad y al no haber sido acompañados y orientados comienzan a dar “palos a ciegas” cuando se dan cuenta que no les gusta lo que escogieron. Empieza un “cambia y cambia” de carreras que les cuesta tiempo, dinero y recursos emocionales.
Lamentablemente, este último caso es más común de lo que pensamos. No es fácil conocernos y elegir en un mundo donde tenemos tantas opciones y podemos disfrutar muchas de ellas (por ejemplo: en aplicaciones de redes sociales o “streaming” que nos permiten acceder a contenido a demanda a base de nuestros comportamientos de consumo). No es fácil elegir a tan temprana edad lo que se supone nos dedicaremos “toda la vida” (lo ponemos entre comillas, porque la carrera es dinámica, no estática y puede cambiar en el tiempo). A veces se elige porque son las carreras más reconocidas o porque dejan “muchos chavos”. Otras veces se elige porque alguien que quiero mucho estudió eso y le va súper bien y “gana mucho dinero”. También se da el caso donde se elige porque una universidad lo ofreció como una carrera en “crecimiento”, sin verdaderamente ser lo que le interesa.

Hay muchos enfoques y teorías para abordar el tema de la selección de carreras. Nosotros sostenemos que este se fundamenta en la idea de establecer un proyecto de vida integral que tome en cuenta todos los factores y dimensiones del ser humano (biológica, social, emocional y espiritual), sus necesidades y bienestar a lo largo de la vida (lo que se conoce como el término “life-span”). Seleccionar una carrera es más que solicitar admisión a la universidad: es un proceso de exploración a lo largo de nuestra vida y desarrollo humano. Existen tres factores fundamentales en el proceso de selección de carreras: los intereses, las destrezas y los valores. Cada uno de estos factores juega un rol en el proceso de discernimiento e interconectados son la base del auto-conocimiento en el área ocupacional/vocacional. El auto-conocimiento es como una sombrilla bajo la cual se encuentran esos tres factores.
En la Consejería de Carreras y Vocacional trabajamos cada uno de estos elementos y guiamos al joven a conocerse mejor y elegir según dicho conocimiento, brindándoles las herramientas para saber qué hacer en las diferentes etapas de su vida. Además, orientamos a los padres a reconocer que la carrera no es una camisa de fuerza y que las experiencias también forman a los estudiantes, con lo cual sería lógico pensar que pudieran cambiar de opción una vez adquieran nuevas experiencias al entrar al mundo universitario.
La vida es más que una carrera universitaria. Es por eso que la clave es comprender la importancia de conocerse y saber cómo hacerlo, haciéndose preguntas adecuadas a través del hábito de un análisis personal sincero. De esta forma, el estudiante en la búsqueda de su ser, se desarrolla y comprende la necesidad de gestionar su proyecto de vida, de situarse sin afanes en el futuro estableciendo metas a corto, mediano y largo plazo, lo cual eventualmente minimizará las emociones incómodas asociadas a lo desconocido, tanto de su persona como del complejo y apasionante mundo del trabajo-ocupación-vocación.
Glorian es mamá de dos y educadora en el hogar. Es consejera profesional junto a su esposo, en Seamos Virtuosos. Visita su página en www.seamosvirtuosos.com.
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